Pasé días llorando
por el trabajo que pensé querer, perdí gente y gane a otros. Me encontré con
personas que dicen ser algo en papel, pero que en la realidad no se parecen ni
a lo que venden ni a lo que profesan. ¿Pueden imaginar una agencia de creativos
donde en la puerta una mujer en tono de madre te regaña porque sales a fumar un
cigarrillo o te tienes que ir 10 minutos antes porque debes correr a clases?
¿Dónde además no puedes poner música y te miran mal cuando hablas con el
compañero de al lado?
Tengo otras
historias, de trabajos que parecían relaciones, donde se dio todo pero se acabó
en un “no eres tú, somos nosotros”. Donde almas se vendieron por dinero y donde
se tiene el criterio de “hay que mantener al cliente más que hacerlo crecer”. Si
la empresa no puede crecer a la par del cliente, ¿para qué retenerlo? Pues, las
conocí. Y me dan un poco de tristeza.
Tanto tiempo
libre y tanto tiempo ocupada no me dejaba mucho tiempo libre. Explico. Salía a
correr en las mañanas, y los domingos, sobre todo para pensar. Repasaba qué
estaba pasando, qué hice mal, qué hice bien, qué no me dijeron, quién me
engañó, porque es más importante cuidar el dinero y tener empleados infelices,
porqué obligar a la gente a escuchar tu música, porqué decirle a tus empleados
que ellos pueden comer en menos de una hora y cómo es posible que empresas
crean que a las personas con las cuáles trabajan no les afecta el entorno, la
guarimba, la bomba lacrimógena, la cola para comprar jabón… y corriendo y
buscando mantenerme y poder comprar yo también ese jabón, o una computadora, o
una torta de chocolate que me hiciera feliz, me encontraba también conmigo
misma.
En varios
momentos me tuve que detener para seguir. Y seguramente es lo mejor que he
hecho en mi vida. Me detuve para llorar, para pelear, lamentarme, aceptar,
felicitarme y continuar. Y cuando decidí continuar, no he podido parar. Y a
veces suelo pensar que necesito unas vacaciones. Eso ya vendrá. Mientras tanto las cervezas cumplen su cometido.
Soy creyente
de la pasión. Si, de esas frases cliché que te dicen que cuando amas lo que
haces el trabajo no pesa. Pero aunque ames todo, puede pesarte la gente, el
entorno, la silla incomoda, el silencio en la oficina de creativos, la falta de
amor de los demás por lo que hacen. Soy tan apasionada que entro en esa
clasificación de personas donde sus padres no entienden qué carajo hacen y como
te mantuviste fiel a tus creencias e inteligente a pesar de “esa universidad de
drogadictos”.
Justo ahora
leía un artículo que reza “para emprender hay que hacerlo desde la esencia (…).
Así que antes de emprender trabajen mucho de autoconocimiento y aceptación. Lo único
que sobrevive es lo que somos, aunque en el camino descubramos que somos más de
lo que imaginamos”. A un gran gerente recuerdo haberle dicho este año que yo
mataría por tener personas trabajando para mí que amen lo que hacen, que
muestren pasión, que vayan contra las reglas, que se atrevan a retarme, que su
visión les lleve a hacer cosas diferentes. Lo hacía mientras me botaba de su
empresa -sin justificativo alguno-. Puede que suene a ego, pero en este caso se trata de lo que los
profesionales valen. Se trata de pasión.
No se trabaja
solo con computadoras y fotocopiadoras. Las personas no son teléfonos
reemplazables. Se trabaja con las personas, su valor, su familia que come del mismo sueldo, sus miedos, su mañana atropellada en el Metro, su celular robado, sus estudios. Pero pocos lo entienden. Hoy recuerdo esas palabras que le dije,
y me río. Porque estoy segura que no lo entendió.
¿Cuál es el
saldo hoy? Miro a mi alrededor y estoy rodeada de gente que aún no conozco muy
bien, que no trabajan para mí y su concepto de trabajar conmigo es “vamos a
sentarnos a hablar de los proyectos y propósitos de cada uno”. Escribo esto
porque aquí, aprendiendo a emprender, me topo con la segunda entrevista en tan
solo un mes. Diego me pregunta “¿qué cambio ha generado en tu vida emprender?”
y solo se me ocurre responder “emprender ES el cambio”.
Yo no quiero luchar
por el sueño de otro, a menos que ese sueño también este lleno de propósitos. Si
puedo impactar en una vida, sabré que lo he hecho bien. Hoy para mí emprender
es autoconocimiento con propósito, el de ser mejor y ayudar a otros a ser mejores.
Todos dicen que emprender es para administrar tu tiempo, ser tu propio jefe,
manejar tu vida a tu antojo. Es más complejo que eso. Quiero que alguien más se
levante de su silla y deje de hablar del qué y de su boca salga el porqué, de
corazón.
Este es solo
mi tercer año en este mundo emprendedor. Y me ha jodido la vida. Nada que no
haya sido para bien. Para emprender tienes que entrenar tu cuerpo, tu mente y tu espíritu. Empezar por ti para ir por los demás.