martes, 7 de octubre de 2014

No lamento ser mujer

Aplaudo en este momento a los hombres que se sienten orgullosos de ser padres de niñas y, a la vez, hacen lo posible por criarlas bien, dejarlas elegir, y llenar su mundo de las cosas que a su hija le guste.

Este fin de semana fui insultada por mí, y por todas las mujeres del mundo. Y no lo acepto.

Una mujer no es su falda, no es su peso, no es su cabello, no es la forma en la que camina o en la que se sienta en el sofá. Una mujer no es mala por venir de una familia fracturada o por estar en contra a ser de la religión de sus padres. Una mujer puede cuestionarse la existencia de Dios, debería poder estudiar la carrera universitaria que desee, fumarse un cigarrillo si lo desea al igual que tomarse una cerveza. Una mujer no es más o menos femenina por usar pantalones o vestidos, una mujer en vestido no está pidiendo ser insultada o vejada, una mujer debe tener los mismos derechos laborales de un hombre. Una mujer puede amar y creer en el amor. Una mujer puede ser lo que ella quiera ser. Y eso es lo que es y lo que la hace mujer.

Las mujeres no son el símbolo de la debilidad, de las emociones, de la sumisión. También pueden ser rudas, fuertes, inteligentes, líderes. Esto es válido igualmente para los hombres. Los hombres deberían ser libres de mostrar su gusto por lo hermoso, sus debilidades, sus emociones. Somos seres humanos llenos de sentimientos, distintos gustos, varios errores.

Yo no quisiera volver a escuchar que soy una mala mujer por decidir llevar mi cabello natural, por ser así de “despeinada”. A quienes me dicen que mi cabello es malo puedo responder: “lo siento, malo no es mi cabello, pero si tu prejuicio”. No creo que quienes decidan ir a la peluquería a diario sean más o menos mujeres que yo. Yo no quisiera volver a ser llamada una “mujer fácil” porque decidí usar más faldas y vestidos que pantalones. No estoy retando a nadie cuando digo que soy inteligente. Lo que yo soy no existe para ofender a los demás ni para ser tratada como menos ni para ser tratada como más.

Mi cuerpo no necesita tu opinión en la calle. Pero mi espíritu merece el respeto. Podría ser alta o más delgada, podría haber decidido usar pantalones, podría alisarme el cabello, podría creer en alguna religión, podría venir de una familia estricta… y estoy segura que aun así encontrarías defectos en mí. Pero yo soy mujer, no perfecta. Soy feliz, no perfecta. Soy extraordinaria, no perfecta. Soy inteligente, no perfecta. Soy llorona, no perfecta. Soy despeinada, no perfecta.

Lo que valgo como mujer no tiene que ver con mi peso, el cual dijeron que era excesivo; o con mi cabello, al cual llamaron desaliñado; o con mis faldas, las de aparente mujer fácil según los ojos de otro; o con mi título universitario, el cual me estoy creyendo demasiado, porque “solo dios tiene la sabiduría”. Jamás lamentaré tener las piernas para usar falda, alzar la voz para defenderme, llorar con una buena película o libro, haber donado mi cabello, haber decido creer en el amor, apoyar a otras mujeres a ser ellas. Jamás lamentaré ser mujer.

Lo que sí lamento es que todo esto que me dijeron haya salido de la boca de una mujer.

Atentas contra una mujer y estás atentando contra todas. Escuchen a Emma Watson #HeForShe.


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