Señora,
señor, ¿cuándo fue la última vez que revisó los libros de su hijo, la tarea,
que leyó los textos que le piden leer? No, si se lo pregunta, no soy madre, y
no lo estoy juzgando. Es solo una duda.
Y la duda
nació porque mi sobrina llegó a casa –precisamente uno de esos días en que uno
se siente que no cree en la patria ni en la ley de la gravedad ni en la
mortalidad del cangrejo– con una tarea que supongo “normal” en otros países.
“Acompaña a tus padres al mercado y anota en
tu cuaderno cuáles son las marcas más comunes de cada producto: leche en polvo,
harina de trigo, harina de maíz, aceite de maíz, arroz, pasta, mayonesa,
mantequilla”.
– Después de
leer la tarea, le dijimos a la maestra que esta tarea no era para Venezuela. O
sea, aquí no se consigue leche ni nada. Y como es leche en polvo no podemos
poner “La Pastoreña”.
– ¿Y qué les
respondió?
– Dijo que
teníamos razón. Y que solo anotáramos en el cuaderno la marca que más recordáramos
de cada producto. O lo que tuviéramos en casa. Es que, tía, esa tarea no tiene
sentido. El pote de leche tiene vacío más de un mes.
– Es verdad.
– Bueno, no
nos pueden mandar de tarea cosas irreales.
– Es verdad.
– Menos mal
que hablamos con la maestra o todos íbamos a llevar la tarea en blanco. Y en
vez de poner aceite, iba a escribir el aceite de oliva ese que tú compras.
@yei_blanco
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