Después de 6 años, me corté el
cabello.
Cuando comencé la universidad dije que
lo haría. Que mantendría mi cabello en crecimiento durante todo el tiempo que
me mantuviera estudiando, hasta convertirme en Licenciada. Fue sin razón
aparente. Pero fue para crecer.
Muchas veces decía “cuando termine la
carrera me cortaré el cabello y lo donaré, por eso está tan largo” para escapar
a las preguntas incómodas de los demás. Todos querían saber por qué tanto
cabello, si pesaba, fastidiaba, molestaba, lo pintaba, cómo lo cuidaba y cuál
era su historia. Esta es la historia.
Nunca antes había tenido el cabello
tan largo. Nunca. De niña siempre lo mantuve corto entre los piojos y el
fastidio que le daba a mi mamá peinarme o enseñarme a mí a hacerlo. Ella lo odiaba,
era inmanejable, imposible de peinar o domar. Crecí sin tener idea de cómo
arreglarlo, usarlo, cuidarlo, llevarlo o quererlo. Ni una pista ni siquiera que
pudiera haberme dejado una amiga o una muñeca. En esa época sin YouTube, ¿cómo
iba a buscar un tutorial que me enseñara? Hace poco entendí que lo dejé crecer
tanto como una forma de vengar esa vida, esa infancia, ese cabello que nunca
antes había tenido. Mi primera cédula, la de República de Venezuela con el
cintillo verde, la boté pocos años después de sacarla porque odiaba la foto y
como se me veía el cabello. Dejarlo crecer fue eso, un proceso de crecer y de
ser una niña y una mujer con el cabello largo. Fue un crecer en centímetros y
volumen en mi cabeza, tanto por dentro como por fuera. Mientras más aprendía en
la Universidad, los empleos y la vida, más crecía mi cabello, más largo era,
menos ganas tenía de deshacerme de él. Quisiera tener algún recuerdo hermoso de
niña, poder haber tomado esta decisión antes, mirar atrás y ver a mi mamá o mis
hermanas peinarme o aunque sea decirme algún piropo sobre él, pero eso no pasó.
Pasó de grande un proceso de amor de mí hacía mi misma, la que llevaba el
cabello y a los casi 6 años pudo cortarse más de 30 centímetros para donar.
Ningún familiar o persona cercana ha
sufrido de cáncer. Conozco casos, pero nunca he hablado con alguien que lo
perdiera. Donarlo simplemente me pareció un gesto de ayuda que no costaba nada,
¡el cabello crece! Quizá de esta forma podía pasar mi aprendizaje y crecimiento
a los demás. De tanto cabello se pueden sacar dos pelucas.
Una mujer es muchas cosas. Es sus
sentimientos, pasiones, pensamientos, gustos, temores, fortalezas, acciones,
palabras, belleza, cualidades. Pero sobre todo es todas esas cosas y más a la
vez. Que lo haya aprendido después con el cabello no quiere decir que lo haya
aprendido mal. Descubrí todo lo que podía alcanzar y hasta donde podía llegar. Después
de presentar mi tesis, era momento de dejarlo ir. Ya había pasado el tiempo, había
crecido, ya era licenciada, ya lo había disfrutado y vivido. Lo corté y fueron
dos lágrimas muy dulces. Espero que ahora otra persona pueda vivir su historia
con él. Es momento de aprender cómo se usa el cabello corto.
Gracias Agustin Bozzo por el corte. El
cabello lo dejé hoy en la fundación Maria Kallay.
como se pone una lagrimita en los comentarios?
ResponderEliminarme gusta mas la sonrisa que se dibuja detras del espejo, ademas con el cabello corto se resalta mucho mas :D
ResponderEliminarSiempre me han encantado las referencias sentimentales atadas al crecimiento del cabello y es bastante romántico, saludos guapa!
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