jueves, 15 de mayo de 2014

Para que no me de Alzheimer

Una colección de pensamientos debe ser una farmacia donde se encuentra remedio para todos los males”, dijo una vez Voltaire.

- Chávez dijo mucho durante una época –me cuenta Junior– que leyó el Oráculo del Guerrero. Ese hombre decía en público que leía algo y lo convertía en best seller. Pero después, Boris Izaguirre, un periodista así como tú, dijo que leyó el libro y que le parecía escrito por un gay para gays. Así que fue uno de los pocos que logró callarle la boca a Chávez, que nunca más mencionó el libro. Vaya usted a saber porqué.

Entre las rutinas diarias, uno debería tener una hora al menos al día para tomarse un café con personas diferentes cada vez. Pero esto es Caracas y, estemos claros, esa vaina es imposible. Pienso entonces que sabroso sería poder ir siempre acompañado en las colas por gente con la que uno quiere conversar y aprovechar la hora en la Prados del Este o en la Francisco Fajardo. Estoy soñando, ¿no?

Cuando sea vieja quiero ser así. El Junior vive cerca de mi casa hace unos 10 años. Es de esos viejitos simpaticones con los cuales da gusto hablar y escuchar los cuentos de antaño que tienen. Uno no sabe ya si son reales o si pasaron porque si fueron en Venezuela, esto es un país sin memoria. No tengo la menor idea de cómo se llama, pero hasta el perrero le dice Junior. Es maracucho, y camina cuesta arriba y cuesta abajo a diario. En el camino habla con quien se tropiece. Siempre lleva una gorra, una chaqueta de jean, lapices en el bolsillo y una libreta para anotar. No es periodista. Solo viejo. Hoy, por fin me preguntó mi nombre. Supongo que por la emoción que expresó al verme con una franela de la UCV.

- ¡Es que vos también sois UCVista! Chama, ¿y no te da miedo salir con esa franela? ¿Y si te agarra la Guardia?

Ya en el autobús, suspira y comienza a hablar del país. “Nosotros, antes de Chávez, estábamos en el sartén. Pero ahora nos caímos pa' las brasas. Esta verga no se entiende, estamos cada día peor”. Y justo después dice: “Voltaire, tú debes saber quien es Voltaire, ¿no? El francés que tuvo grandes pensamientos. Tú sabes, tú eres estudiada. Bueno, él dijo esa frase de <<no estoy de acuerdo con lo que dices, pero defenderé con mi vida tu derecho a expresarlo>>. Eso es libertad de expresión. Leí en el Últimas Noticias, que es el periódico más vendido en Venezuela, aunque le duela a los otros, que ahora Conatel va a regular hasta la música que uno oye, ¿habrases visto? Cuando yo leí eso me pregunté como los venezolanos nos dejamos meter una dictadura, porque eso es. Ahora van a decir que las canciones que tengan la palabra azul son golpistas. El gran Billos debe estar retorciéndose en su tumba. Ese no era ni venezolano, pero sí más caraqueño que cualquiera. Uno aquí debe cantar y expresarse, ya que hablando no se entiende la gente. ¿Te gusta Carlos Vives?”

Pensando en la primera frase de Voltaire, los viejos entonces son como una farmacia. Pensar que en el país aún hay gente que le puede sacar una sonrisa a uno. Cuando sea vieja quiero hacer eso, citar a Voltaire, a mis abuelos, a los libros que leí y las canciones que escuché. Pero citar lo bueno.

- Yo siempre amé el béisbol. Y creo que Chávez también. Y su resentimiento con los gringos nació porque ellos lo inventaron y no un venezolano, o al menos un latino. Una vez, tendría yo 10 años, estaba viendo un juego en el estadio de béisbol de la UCV. Como al tercer ining, detienen el juego y ponen el himno nacional. Había entrado el presidente, Rómulo Betancourt. Los estudiantes tampoco lo querían, es que la gente inteligente no debe querer a los presidentes. Decían que era medio comunista. Sin embargo, él fue a la UCV, y al campo de béisbol, y pusieron el himno, y lanzó la bola, y estuvo allí. Chávez fue a donde los Mets en Estados Unidos a lanzar una pelota. Y yo me preguntaba, ¿y por qué este hombre no lanza la pelota en su país o no va a ver un juego desde el estadio? Él trató y trató con los estudiantes, pero los dejó quietos. Quizá tenía miedo de entrar al estadio y no ser aplaudido. En Venezuela, nunca se atrevió a hacerlo. Pero en Cuba sí, y allá a la gente se le ve la cara triste. Como aquí ahora. Lo que pasa es que esta mañana yo te estoy haciendo reír. Y aunque tu no me creas o no compartas lo que digo, me estás dejando hablar. Yo no tengo Alzheimer, de eso murió fue mi papá. Para que no me de, yo hago sudokus y hablo con la gente”.

1 comentario:

  1. ¡Me encantó! Tengo tiempo que no me pasa, pero si me he tropezado con viejitos que se ponen a hablar y uno los deja, algo interesante dirán. Y también, por cierto, tengo tiempo sin escribir :-)

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